Si ETA desafía al Estado, el tonto mira al puente de Ondárroa

Hace unos días la sociedad clamaba indignada por la barricada humana que fanáticos y simpatizantes de Bildu formaron para intentar frenar la detención de una colaboradora de ETA.

"Es penosa la actitud de Bildu", "es indignante que Bildu pretenda evitar la detención de personas acusadas de colaboración con banda armada". Pues sí, es indignante y penoso pero no creo que pille a nadie por sorpresa ¿o si?. O la ya repetida "Bildu en esa dirección se equivoca" con la ingenua percepción de que el comportamiento de este grupo es un error que pretenden corregir en el transcurso de estos "nuevos tiempos" que empiezan a ser más viejos que otra cosa. Pues no, no se equivoca, y ese es el problema de fondo: que Bildu/Amaiur y sobre todo Sortu, que es el que manda en esas otras dos coaliciones, lleva a cabo poco a poco su estrategia. Llos que se equivocan, sin embargo, son los que creen en sus mentiras recitadas de cara a la galería.
 Por eso, si cuando el sabio señala la luna, el tonto mira al dedo, cuando ETA desafía al Estado, el tonto mira a ETA y al puente de Ondárroa. Se indigna y sorprende de la actitud que ha tenido la izquierda abertzale durante 40 años con ETA. Si han justificado y encubierto a los criminales 1000 veces, la sociedad se alarma porque lo hagan 1001 veces. Y mientras el gobierno del PP mira para otro lado.

La sociedad adormecida no quiere complicarse la vida y por tanto no llega al fondo de la cuestión. Cuando se habla de ETA, sobretodo en estos tiempos en los que está tan debilitada a nivel "militar" (porque políticamente está tan fuerte como nunca lo ha estado en su historia) da la sensación de que no es un problema importante a día de hoy. Ya no matan y por tanto ETA se ha acabado. La vaguedad de la gente lleva a la conclusión de que ETA solo eran sus asesinatos. Pues no, ETA es mucho más que todo eso. En realidad los asesinatos "solamente" eran una parte de ETA. Eran el exponente máximo de su fanatismo e intolerancia. Era una señal sangrienta que mostraba para que supiéramos hasta dónde son capaces de llegar para imponer a toda la sociedad su dictadura. Y lo demostraron: mataron a más de 800 personas, coaccionaron, presionaron, inculcaron el miedo, impidieron el transcurso normal democrático y participativo de las gentes de bien, lograron el desistimiento de concejales y partidos en su intención de presentar candidaturas en determinados municipios vascos y navarros y expulsaron a miles de ciudadanos de su tierra. Vamos, una limpieza étnica en toda regla. 

Por supuesto todo ello con la inestimable colaboración de Batasuna y su infinidad de marcas electorales, hoy día Sortu y patrocinado por EA y Aralar y el estruendoso silencio del PNV que se beneficiaba de ese suculento escenario electoral sin contrincantes constitucionalistas.

Esta es la historia de cientos de pueblos de Euskadi y Navarra y no esa que quieren escribir con el PSE en una Ponencia para lograr una paz entre enemigos que nunca lo fueron y que nada dice sobre la falta de libertad que sí hubo y aún a día de hoy sigue faltando. Es curioso como el Partido Socialista e Izquierda Unida recuerdan tan bien la historia macabra que se vivió en España hace 40 años zanjada con una transición democrática y sin embargo parecen haber olvidado lo que ha ocurrido hace 4 días en una parte del mismo país… 

Ahora que han dejado de matar para lograr sus objetivos quieren hacernos creer que todos los asesinatos, persecuciones y amedrentación de las gentes que cometieron son responsabilidad, a partes iguales, de los asesinos y de los asesinados, de los perseguidores y de los perseguidos. Y por tanto es tarea de todos reconstruir “la paz” y la normalización. Para ellos la normalización es que un ciudadano o cargo público pueda impedir el trabajo de los agentes de seguridad o que un preso salga de la cárcel sin cumplir su condena. En realidad lo único que falta para que se normalice la sociedad es que desaparezca el único elemento que la hace anormal: ETA y su proyecto totalitario.