Políticamente incorrecto

viernes, 6 de junio de 2014

El camino escogido por UPyD

Tras las elecciones al Parlamento Europeo del pasado de 25 de Mayo se dibuja un nuevo mapa político en España: El bipartidismo ha quedado herido (PP y PSOE juntos no suman ya el 50% de los votos), IU y UPyD crecen y se consolidan, y aparecen en escena otros partidos, alguno de ellos con bastante fuerza como Podemos.

Creo que esto ya de por sí es bueno ya que aumentan las opciones políticas y por tanto la pluralidad. Hace años los votos a PP y PSOE sumaban alrededor del 80% de los emitidos mientras que ahora la oferta alternativa al bipartidismo supone ya un 40% de los votos.

Muchas voces bienintencionadas que antes clamaban por lograr más pluralidad nos piden ahora que hagamos tal o cual coalición, que fagocitemos o nos dejemos fagocitar por otros partidos, o simplemente que nos disolvamos en una sopa de siglas. Por supuesto, con el único fin de crecer en número de votos. ¿Pero no queríamos una pluralidad más allá del bipartidismo? Pues esto es pluralidad. Otros nos piden que nos convirtamos en un movimiento tertuliano con un rostro amable para, de nuevo, lograr más votos. En realidad lo que ocurre es que estamos asistiendo a una banalización progresiva de la política, a la que contribuyen alegremente los medios de comunicación, que lleva finalmente a sustituir la política por el marketing o el espectáculo. Y eso es algo a lo que UPyD no va a contribuir. Hace no mucho Rosa Díez habló en un encuentro sobre este tema con mucho acierto:


Por supuesto que la comunicación es importante y de hecho es algo que UPyD ha sabido hacer muy bien, sobre todo en internet y redes sociales. De otra forma no se explica el que un partido con muy pocos recursos económicos y humanos y sometido al silencio más absoluto en los medios se abriera paso en el panorama político español de hace casi 7 años (cuando era impensable la herida que hoy sufre el bipartidismo). Pero otra cosa es sustituir la política por el marketing, el mérito o el trabajo por rostros televisivos más o menos bellos y los serios análisis sobre problemas que afectan a los ciudadanos por simples estudios electorales que nos muestren donde "meter la cuchara". Para eso no hacía falta fundar UPyD, ya teníamos y seguimos teniendo una amplia oferta de partidos entre los que elegir.

UPyD se fundó para regenerar la democracia, para lograr que las instituciones cumplan con su función. Esto es que los partidos dejen de repartirse la cuota de poder en el poder judicial, que las cajas de ahorro estén dirigidas por profesionales y no por políticos, que deje de haber 10.000 aforados en España, que haya una ley electoral justa que no discrimine al ciudadano según dónde y a qué partido vote, que dejen de existir ciudadanos de primera y de segunda por cuestiones identitarias, históricas, territoriales o lingüísticas... 

El objetivo de UPyD, quizá para sorpresa de muchos, no es alcanzar el poder (desde luego ayudaría mucho y ojalá lo logremos), sino conseguir que se lleven a cabo todas estas cuestiones y reformas. Nadie ha dicho que tengamos que tener el monopolio o la patente de las mismas. Es más, ojalá otros muchos partidos se sumen a ellas porque lo que nos importa de verdad es que dichas reformas se aprueben, al margen de si esto ocurre con una mayoría de UPyD o con la suma de nuestros votos a los de otros partidos. Y por cierto, aquí surge una diferencia con el resto de los partidos: UPyD tiene fecha de caducidad. Cuando se lleven a cabo las reformas que creemos necesarias para este país, habrá dejado de tener sentido que existamos.

Así se explica la ejemplaridad con la que UPyD trabaja en las instituciones: En Asturias UPyD renunció a entrar en el gobierno pero pactó contenido político y varias reformas con el PSOE. Pacto que se rompió al incumplir el PSOE su compromiso con la reforma electoral. En Andalucía, Izquierda Unida prefierió pactar con el PSOE algunas consejerías y dejar a un lado el programa y con él la reforma electoral, que finalmente se debatirá en el Parlamento Andaluz gracias a las más de 40.000 firmas que UPyD ha recogido. Creo que es un claro ejemplo de qué ocurre cuando un partido antepone sus intereses a corto plazo a los problemas reales de los ciudadanos.

Por eso no nos vamos a resignar a decir "esto es España, qué le vamos a hacer". No nos vamos a resignar a aceptar que no hay otra forma de hacer política que no sea el chalaneo y mercadeo electoral al que nos vienen acostumbrando. No nos vamos a resignar a tratar al ciudadano como a un menor de edad incapaz de reflexionar, al que tener que ofrecerle una etiqueta coloreada y tres tertulias televisivas previas para guiarse antes de ir a votar. Somos revolucionarios: creemos que el voto no es propiedad de los partidos ni una mercancía con la que éstos puedan "traficar", sino un derecho que el ciudadano, al que consideramos lo suficientemente maduro para reflexionar por sí mismo, puede ejercer sin tutelas prestando su confianza al partido que considere oportuno por un determinado tiempo. 

Quizá no hayamos elegido el camino más rápido pero sí el único que conduce con seguridad a buen puerto. De nada nos sirve caminar muy rápido si no sabemos hacia dónde nos dirigimos o si lo hacemos directamente hacia el precipicio o la nada, que es a lo que se termina llegando cuando un partido deja de preocuparse por los problemas de los ciudadanos para pensar únicamente en sus propios intereses a corto plazo. Ejemplos tenemos y no muy lejos.

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