Toda obra teatral que aspire a triunfar ante los espectadores requiere de varios factores para lograr el éxito pretendido. Un escenario ambientado para la ocasión, unos buenos actores, y un público agradecido. ETA representaba ayer su particular "desarme".
El escenario estaba preparado en Bilbao: Cuatro pistolas y algo de material explosivo en una mesa presidida por el anagrama del hacha que segó la vida de 850 ciudadanos y la serpiente que persiguió a una gran parte de la sociedad vasca y navarra. El hacha y la serpiente significa para ETA algo así como que hay que usar la fuerza con inteligencia. El hacha es la fuerza, que puede caer de nuevo sobre nuestras cabezas si no aplaudimos todos al final de la obra, y la serpiente la inteligencia con la que engañan a los hambrientos de poder y/o “buenistas” que aceptan gustosos la apetitosa y deseada manzana de la paz (¿pero no es libertad lo que falta?).
Los actores, encapuchados, cumplen su papel sin mayor esfuerzo. Saben bien que no necesitan realizar una estelar actuación, pues tienen todos los demás factores a su favor. Les acompaña un señor extranjero que le da un toque internacional muy creíble. Es el único de los actores que obtiene beneficios, quiero decir, económicos.
Tienen numeroso público. Los medios de comunicación cubrirán la obra y la emitirán en los principales informativos, incluso a diferentes horas para llegar a aquellos que no pudieron asistir a la primera función, a diferencia de escenas reales de la vida como el homenaje a Joseba Pagazaurtundua, que apenas tuvo algo de eco en los medios.
El público sigue atento la función pero pocas personas reparan en el cuadro del Guernica que cuelga de la pared del fondo del escenario. Pablo Picasso lo pintó en plena Guerra Civil Española. Se dice que el motivo que impulsó a realizar la escena representada en esta gran pintura fue la noticia de los bombardeos efectuados por la aviación alemana sobre la villa vasca que da nombre a la obra.
Me viene a la cabeza este vídeo de Fernando Savater en aquellos años en que PP y PSOE aparcaron diferencias para hacer frente al nacionalismo y tratar de acabar con el terrorismo. En un acto en el que se pidió el voto para las fuerzas constitucionalistas, cualquiera de ellas, decía Savater:
“Lo que simboliza Guernica es una población civil desarmada bombardeada por un poder totalitario y xenófobo, aprovechando el abuso de la fuerza. No son los bombardeados de Guernica otros diferentes a Gregorio Ordoñez o Fernando Buesa… El señor Otegi y el grupo de personas que con él, el otro día hizo un homenaje a Guernica, son o bien los herederos de la legión Condor o bien pajarracos de la misma calaña. Son ellos los que vienen imponiendo una Guernica de más de 800 muertos... Que no nos hablen de Guernica porque ellos son los parientes ideológicos del poder totalitario, xenófobo y nacionalista que bombardeó Guernica”
Finalizada la Guerra Civil Española con la derrota del gobierno republicano, el Guernica no volvió a España, ya en manos franquistas, sino que viajó al M.O.M.A. (Museum of Modern Art) de Nueva York. Por deseo expreso de Picasso, el cuadro no podría volver a España hasta que nuestro país fuese una democracia. Pues ya es mala suerte que hubiera de caer ayer en manos de la banda que lleva 40 años intentando cargársela.
Porque el objetivo último de ETA era acabar con la democracia, no formarse como pistoleros de gran puntería. Las pistolas eran solo una herramienta. Ahora no las necesitan , pero ¿sabemos si aceptan la democracia, sus reglas y el pluralismo político? . Es decir, ¿aceptan las leyes y el estatuto de Guernica que se deriva de la Constitución? Porque esa es la clave y no la entrega simbólica de cuatro pistolas roñosas registrada en un acta firmada por un señor de profesión verificador internacional a sueldo.
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