Toda obra teatral que aspire a triunfar ante los espectadores requiere de varios factores para lograr el éxito pretendido. Un escenario ambientado para la ocasión, unos buenos actores, y un público agradecido. ETA representaba ayer su particular "desarme".
El escenario estaba preparado en Bilbao: Cuatro pistolas y algo de material explosivo en una mesa presidida por el anagrama del hacha que segó la vida de 850 ciudadanos y la serpiente que persiguió a una gran parte de la sociedad vasca y navarra. El hacha y la serpiente significa para ETA algo así como que hay que usar la fuerza con inteligencia. El hacha es la fuerza, que puede caer de nuevo sobre nuestras cabezas si no aplaudimos todos al final de la obra, y la serpiente la inteligencia con la que engañan a los hambrientos de poder y/o “buenistas” que aceptan gustosos la apetitosa y deseada manzana de la paz (¿pero no es libertad lo que falta?).