Parece
ser, por lo que uno lee, que el Partido Popular ha decidido centrarse, moderarse. Sería una buena noticia sin duda, si fuese cierta. Lo que ocurre
es que el PP cree que centrarse significa acercarse al nacionalismo, ser más
comprensivo con él, más tolerante. Eso que hace 8 años hizo famoso Zapatero: el
talante. Es lo que me viene a la cabeza muchos días con el gobierno de Rajoy.
Me pregunto muchas veces para qué sirve la experiencia en España a parte de
para engordar los libros de historia. Zapatero ha dejado prácticamente en el
chasis a un partido nacional que tuvo una importancia relevante en España.
Rajoy parece ser que va camino de lo mismo.
Y es por esa manía de gobernar de cara a la galería, ese falso talante,
de querer parecer lo que no se es. A parte, claro está, de los graves errores
que cometen gobernando y de querer hacer comprender a los ciudadanos que un
partido político te puede mentir en tu cara, siendo esto algo normal en el uso
cotidiano de la tribuna pública. Por recordar, el dato real del déficit que
ocultó el PSOE o el lema de campaña del PP “no más IVA”.
Pero
resulta que el Partido Popular, en vez de aprender de la experiencia, está
dispuesto a adentrarse en la aventura de nuevo. Por eso “se centra”, es decir,
busca amigos en el nacionalismo, como si éste estuviese en el centro. Ya sea
por acomplejamiento o por estrategia, o –vamos a ponernos en el mejor de los
casos- porque creen que es lo correcto,
no van a conseguir nunca que un votante tradicional nacionalista les vote.
Porque son cosas distintas por naturaleza. Se ha demostrado que el
constitucionalismo no tiene nada que ver con el nacionalismo. La igualdad y la
libertad, hipotéticamente defendidas por PP y PSOE, poco tienen que ver con la
religión nacionalista. Y si estos dos valores, que son el compromiso que pide
el votante constitucionalista, se ven enturbiados por un falso amiguismo con el
nacionalismo, mal vamos.
Pero
más grave es el “relajamiento” que el PP ha decido establecer (el PSOE ya lo
hizo antes) respecto a la actitud a la hora de combatir el proyecto totalitario
de ETA. También desde el punto de vista de una supuesta “moderación” y un
discurso más suavizado, hasta el punto de votar en contra de propuestas de
UPyD, como la ilegalización de Amaiur o la petición de que el etarra
arrepentido colabore con la justicia como condición para ser reinsertado. Y lo
peor es que, este punto, que es donde el Partido Popular debería permanecer inmóvil, es el único
en el que cambia de estrategia.
Porque
el Partido popular, “renovado, centrado y moderado” decide nada más llegar al
poder cargarse de un plumazo el apartado de la asignatura Educación para la
Ciudadanía en el que se estudiaba la discriminación homófoba que tantas
personas sufren por su condición sexual. Simplemente para satisfacer a su
sector conservador que cree que educar sobre este tema en la escuela es "adoctrinamiento ideológico" y no una forma de educar en valores y prevenir una grave e injusta discriminación sufrida por muchos chavales y no tan chavales.
También
elimina la referencia a “riqueza y pobreza” o “la falta de acceso a la
educación como fuente de pobreza”.
Aprovecha
la situación alarmante de la crisis para recortar derechos básicos como educación,
sanidad o dependencia. Promueve la amnistía fiscal para que los defraudadores
se vayan de rositas. En resumidas cuentas, decide que quién ha de pagar los
desmanes de la crisis ha de ser el ciudadano de a pie.
Decide
que hay que cambiar la legislación para elegir el presidente de RTVE. Y debido
a su nueva andadura “moderada”, Mariano Rajoy alteró hace un mes la ley de 2006
que exigía una mayoría de dos tercios del Congreso. Ahora ya solo es necesaria
una mayoría absoluta, lo que deja al PP manos libres para proponer un candidato
sin necesidad de contar con nadie. Si hasta ahora RTVE ya estaba al
servicio del gobierno de turno, ahora ya sin ningún tipo de complejo y sin
tapujos. ¿Dónde está la separación de poderes?
Pues
todo esto es un ejemplo de cómo centrarse sin moverse. Porque el Partido Popular sigue defendiendo lo mismo, con la salvedad de que ha traicionado los
valores más sagrados en defensa de la libertad y de lucha contra el totalitarismo
de ETA por simple estrategia electoral.
Por eso
es capaz de recortar en derechos de igualdad, acomplejado por motivos
religiosos de su sector más conservador y se modera en el único punto en el que
debería permanecer inflexible.